7.25.2005

Viejo madrigal

La mañana ha de llegar
con su piel más húmeda puesta,
mis oídos quieren dejar
al mundo en las antenas,
ahora lo he visto,
soy hijo de lo que no entiendo
y eso basta para intentar mi cabeza,
para insistir mis pies en la banqueta.
Amanece
y la ciudad regresa al hombre,
a la costumbre de los ciclos;
las horas suenan a ladridos lentos,
hay patios traseros que ignoramos
y asfaltos dónde sobran huellas;
divorcios, cópulas,
todo es parte ortogonal de nuestras formas.
Ajedrece.